Es cierto que se han pensado algunas soluciones. A cada solución, un nuevo problema. Ayer a la noche, en Guardiagrele, vi el partido de futbol 5 entre refugiados y un combinado local. Los locales los aplastaron. los refugiados solo tenían en común el color de la piel, hablaban básicamente 4 idiomas. Nigeria y Gambia, ingles, Guinea Bissau, portugués, Guinea Conakry, español y Kenia francés, el arquero del combinado refugiado gritaba “one a one”. Como algunos no entendían le gritaron, parla in italiano, cazzo. Había un 5 idioma entre los 5, uno que debían aprender, uno del que dependen para salir de la casa donde acaban de cenar como todos los días arroz en sopa. Mañana habrá leche, y una galleta y al mediodía pasta. Guardiagrele esta metido en la cima de la montaña, distante 25 kilómetros de otro poblado del que al igual que este es sumamente difícil salir. Es simple. No hay colectivos. En realidad si, hay uno a las 3 de la tarde a Pescara, que a su vez vuelve de pescara a las 7 de la tarde. Como todos estos negros remontaran la goleada es algo que solo el tiempo lo responderá. Mientras tanto, reciben los 2 euros con 50 por día. Para que a ellos les llegue 2, 50 la unión europea destina 35 por día. Eso equivale a menos del 10 por ciento, es decir hay quienes se están enriqueciendo. Igual que siempre, la guerra, la desigualdad es una fuente de riqueza insólita. Pero no es la primera vez que ha pasado un día, mientras tratan de evitar una diferencia de goles que llegue a 10 siguen jugando, aquí, en la montaña, allá en el desierto de Libia, en la frontera de México, en una casa pobre de Banfield. En cada lugar de este mundo.
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