martes, abril 01, 2014

Critica VIEJOS DE MI...

 VIEJOS DE TODOS

Por Sergio Caracciolo
El Banfileño marzo 2014

Una pregunta queda flotando en el final del final, cuando la oscuridad gana el espacio y el mar es mucho más que un sonido que llega pero no alcanza. ¿Qué haremos con nuestros viejos?
Mercurio, como hace habitualmente, no da treguas, te agarra ni bien entrás, en el clima del teatro, en el aire de su obra, en la belleza  que  sabe  imponer  a  cada  uno de sus personajes, sencillos, humildes, temperamentales, los de goma espuma, como Juanito, a quien tardó diez años en terminar de crear, o los de carne, como Juárez, a quien le puso el lomo y el alma con la misma precisión con la que engendra a los muñecos, y una vez que te reíste, porque la clave es esa y vos te vas a reír, estás atrapado, Mercurio logró tomarte y ya no te va a soltar, hasta el final, el final más allá del final, hasta que te vayas como un huérfano a la intimidad de tu casa, para seguir escuchando el mar, pensando y preguntando. ¿Qué vamos a hacer con nuestros viejos?
“Viejos de mi” cierra una trilogía, en ella el titiritero de Banfield, que dejó de ser solamente de Banfield hace rato y en diciembre estrenó su obra en El Salvador, fue hurgando detrás de cada uno de los huesos de nuestros viejos, levantando sus pieles, oliendo sus sangres, bebiendo sus lágrimas, y viene a mostrarnos, como un arqueólogo, que hay de esencia, que hay de historia, que hay de necesidad en esos viejos que no pierden la esperanza ni las convicciones; poniéndolos en el lugar que la sociedad se empecina en negarles, vindicándolos, venerándolos, valorizándolos, y poniéndonos en el lugar al que no deberíamos renunciar, el de preguntarnos ¿Qué hacemos con nuestros viejos?
La obra, en la que Mercurio pone en juego, además de su don de titiritero, sus dotes de artista, de actor, de soñador comprometido con los sentimientos más hondos del ser humano, es un desgarro, donde el desamparo de Juanito va pasando a una platea que, con la ayuda de Juárez, descubrirá lo que tal vez haya olvidado: que más allá de los lazos de sangre, lo único que puede salvarnos, y acompañarnos hasta el final, es el amor, o la amistad, que para el caso viene a ser lo mismo.
“Viejos…” no permite la indiferencia, te hará sentir que la mano del titiritero ingresa a tu cuerpo, toma tu corazón y, apretándolo, cada vez un poco más fuerte, cada vez un poco más ligero, marca el compás del músculo vital, durante un tiempo que excede el tiempo de la obra, como si uno fuese capaz de llevarse al titiritero puesto, o al menos a una parte, a su mano, que viene a ser como su propio corazón.
Así que, para decirlo formalmente, vaya, déjese llevar, Mercurio es el mejor guía para emprender este viaje, entréguese, usted va a reír, usted va a llorar y al final, con los ojos cerrados y la mar delante, usted se dará cuenta que Mercurio lo hace sentir más sabio, tanto que, quizás, con esa sabiduría que él sabe transmitir, usted, querido amigo, vos, estarás más cerca de poder responder la pregunta que nos persigue desde el inicio. ¿Qué haremos con nuestros viejos?