miércoles, marzo 31, 2010

El gato Leeb en Sucre y Viejos en Uruguay

Mi cumpleaños como titiritero de Banfield lo cumplí en la ciudad dónde me he bautizado, la blanca Sucre, la capital de Bolivia.
Presenté el espectáculo que había construido en el Teatro de los Andes, 15 años atrás, el espectáculo se dio en el arco del festival ENARTES.
La sala estaba más que llena, había gente en el piso, otros en la escalera parados mirando, y estaba también el Gato Leeb, aquel goleador de Banfield, aquel técnico de Banfield, aquel que muchos banfileños seguimos admirando. Mientras sucedía el espectáculo recordé por momentos, eran sensaciones, recordé que mi espectáculo funcionaba de una manera inigualable en Bolivia, que el humor era un rotor de energía, volví a sentir la catarata de cariño de la gente y me expliqué rapidamente porque podía presentarlo en diferentes lugares y siempre tener el mismo resultado, tal vez el titiritero de Banfield esté señalado con su genesis boliviana, no lo sé.
Cuando terminó el espectáculo, el gatito entró sonriente al camarín.
_cuantos recuerdos Sergio!!! Que alegría volver a verte!.

Se refería a la vez que en el 97 presenté el espectáculo para el plantel que dirigía Patricio Hernandez.

Con el Gato Leeb, venían a saludarme todo el cuerpo técnico y algunos jugadores de la U de Sucre, el equipo que él dirige. Yo no sé que importancia tiene para otros artistas que lo venga a ver un equipo de fútbol, para mi es algo no solo bello sino importante, de la misma manera que fue importante presentarme en la tarde en el hogar Guadalupe, esa especie de casa para adolescentes mujeres solas.

De Bolivia me costó salir, como siempre. Perdí mi avión y tuve que retrasar un día mi llegada a Uruguay.

"Viejos" empezó en Uruguay en Mercedes en el bello teatro 28 de febrero, Dicen que Uruguay es un país de viejos, no se en que se basan para afirmarlo, pero lo cierto es que en mi platea llena había muchos viejos mirando, sonriendo, pensando, cerrados, riendo, muchos. La energía de la gente fue con el transcurso del espectáculo transformándose hasta convertirse en una ola, Parecía que algo los iba moviendo por dentro e iba a hacer que se pongan de pie. Se sentía eso, El teatro aplaudió de pie un par de minutos, pero lo asombroso eran las caras. Se veía claramente la luz que despedían. Me contaron después que alguien dijo.
_ Yo ya lo había visto al titiritero, me acordaba pero no me acordaba, sabía que me acordaba de algo. Ahora lo acabo de ver y siento una alegría en el pecho tan linda, y se que eso, exactamente eso era lo que me acordaba.

En Mercedes, me pararon después en la rambla, en el restaurant, en el banco, en la calle, después fueron a escucharme a la carpa, me hablaron cerca del río del cuento que escribí, en Mercedes hay 40000 habitantes, casi el 1% fue al teatro a vernos. Cuando uno vive estas cosas parece que ser titiritero debería siempre ser así.

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