lunes, julio 02, 2018

Noticias de Italia l


En Banfield, hay uno. Lo vi el otro día, no supe si preguntarle algo porque estaba mirando el celular. En Guardiagrele hay uno también, pero éste lo que mira, es lo que yo hago. Cuando termina el espectáculo me pregunta de dónde soy, hay una razón por la que no puede identificar mi acento, esencialmente porque para él también el italiano es una lengua extraña. Primero me felicita, y cuando le digo que soy argentino, me dice que Rojo hizo penal y no se lo cobraron. Es obvio que es nigeriano. Cuando termino de hacer mi primer espectáculo en Italia, mi amigo Fiore ha organizado un brindis y ha puesto en el patio una mesa con vino y algunas cosas que los centroamericanos llaman chucherías. Yo estoy con la cabeza un poco explotada por haber tratado de hacer este trabajo en una nueva lengua, hace mucho tiempo que me he esforzado para poder hacerlo. El cansancio no me permite registrar los elogios, solo veo las caras, el único que recuerdo fue un hombre que sonreía y me dijo que el espectáculo no le gustó tanto, para decir después que le gustó Tantísimo. Tres horas después estamos hablando mientras en el horizonte y a la izquierda de la Maiela, se asoma un sol rojo, que es en realidad la luna.  Cuando estoy empezando a regresar a mi estado, necesito poder hablar de algo importante, debo volver a recuperar la voluntad de las preguntas. Entonces lo miro a Amos, quien tiene solo una hora más porque debe volver a dormir al centro de acogida de inmigrantes, y debe firmar para recibir mañana los 2 euros con 50 que le da el gobierno, hasta que consiga un trabajo. Hace ya 1 año que está en Guardiagrele en el centro dónde hay otros 40. Le preguntó acerca de su salida de Nigeria, sobre las razones, y también sobre el tiempo que pasó  para llegar. Ahí entiendo que la barca que cruza desde Libia el mediterráneo es el menor de los problemas, hay que atravesar un desierto durante dos meses e inevitablemente hay que escapar de los disparos de los soldado slibaneses entrenados para matar inmigrantes. Antes, me dice, cuando estaba Gadafi, la relación de Libia con Nigeria era muy buena. No puedo dejar de pensar en como lo mataron a Gadafi, de cómo EEUU, una vez más, siempre ellos…. nada. Lo más dificil, me dice Amos, es el desierto, no las balas, el calor del desierto te quema el calzado.





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